
Open Reel, carrete abierto, cintero. Bueno, un aparato que grababa utilizando cintas.
Prehistórico…? Se utilizó hasta mediados de los 90’s de manera profesional y muy fluida.
Hubo otros sustitutos; el Dat (Digital Audio Tape) que registraba los sonidos con una calidad excelente.
También existieron otros escalones intermedios en la digitalización antes de la Pc y Mac.
Pero la tecnología hizo estragos en materia de cambios y propuestas.
Una de ellas fue la digitalización de todos los registros sonoros. Captación de ondas sonoras y reproducción de las mismas mediante computadoras y software.
Ok, entonces, podemos grabar, y controlar casi que milimétricamente un sonido.
Volvamos a los 80 o 90. Entra la Locutora o él Locutor a cabina. Ensaya, practica (tal vez si, tal vez no) y comienza a interpretar y darle vida al texto.
Pues, no hay mucho lugar al error, al equívoco, porque esto supondrá parar toda la grabación, detener la cinta, rebobinar y en el mejor de los casos volver a locutar parecido a lo anterior.
Hasta aquí la era digital parece ganar por goleada. No hay refutaciones ni segundas lecturas. Controlar un sonido de manera milimétrica, aislada y poder colocar y superponer una toma tras otra casi sin límites, no vislumbra detractor ni opositor.
Pero este desarrollo tecnológico generó una serie de vicios y malas costumbres profesionales.
Ante todo, la eliminación de la respiración en todas las locuciones, sean de la índole que fueren.
Encontramos excepciones, pero son muy pocas, y la tijera pasa por todo ruido recortable.
Es cierto, antes no se podía hacer, y de existir la herramienta, tal vez muchos jóvenes manos de tijera hubieran hecho las delicias de clientes y agencias ávidos de escuchar las locuciones “limpias”.
Otra costumbre que menoscaba nuestra profesión es acostumbrarnos a que el editor/a arreglará todo defecto producto de nuestra falta de coordinación fono respiratoria. En otras palabras, que solucione cosas que están mal dichas, leidas e interpretadas a destiempo, con muchos ruidos o respiraciones exageradas y desagradables.
La respiración es el proceso vital más importante, si, el más importante.
La energía que tomamos del aire, oxigena nuestros pulmones y mediante un complejo sistema llevará a la sangre las sustancias que nos permiten vivir, y por supuesto locutar un texto.
Ahora, claro, el Profesional de la Voz, tal vez tenga respiraciones muy sonoras que no faciliten la comprensión del mensaje o distraigan.
Todo va unido. Si respiramos correctamente. Si hablamos a la velocidad indicada para ese texto, si tenemos práctica y buena colocación y dicción, nuestras respiraciones estarán más controladas, serán menos ruidosas, y puedan aportar valor artístico en lugar de pasar a la tijera .
N.C